Al final de la historia
la tristeza sirve para llegar a la felicidad,
el llanto es conveniente para sustentar la
fuerza del interior, legitimar los sentimientos.
La sonrisa más sincera brota del alma a pesar
de las heridas, los abrazos son armonía de un
corazón puro, las miradas de amor suscitan
por el reflejo de unos ojos llenos de luz.
Al final de la historia sin importar lo cruel
debe nacer una nueva esperanza, confiar
en nosotros y si tropezamos una vez más,
siempre seguir cual guerreros hasta el fin.
Gustavo Huerta
G. H.