El árbol viejo
se refugia un recuerdo profundo,
frecuente paso por él, la mente
no deja de recordar aquel día.
Ha pasado mucho tiempo,
el árbol aún sigue afanoso,
su sombra es amparo de la gente
de los penetrantes rayos del sol.
Sus raíces son magnas
como profesamos nuestro amor,
rodeado de girasoles, lindeza,
tal espejo al verte reflejada.
Guardará cientos de historias,
la nuestra, aquella tarde de verano
donde a pesar de tantas dudas,
brotó aquel inesperado beso.
Gustavo Huerta
G. H.