Destino
y mis aletas rotas naufragaron,
llegaste a liberarme de la jaula,
donde mis sentimientos se apresaron.
No supe en ese instante, que la vida,
regalaba una estrella a mi camino
no supe, que era más que un viaje de ida,
ni que mi corazón se iría contigo.
Hoy te miro en silencio y me descubro,
inocente, feliz, iluminada,
no me duelen las venas, no me cubro,
porque llenas espacios de mi nada.
Esos espacios que quedaron rotos,
descomponiendo sueños y canciones,
derritiendo recuerdos con los focos,
de la pálida luz de sus rincones.
¡Pero tú me has salvado!, me libraste,
de un intenso dolor, casi asesino,
y ahora sé que al perderme me encontraste,
ahora sé, que quererte es mi destino.