Sólo vivir
Nadie va a decirte cuantos cielos corrieron bajo mis pies ni cuantas manchas surcaron mi piel, nadie puede hablarte de mis sonrisas ilusorias ni de los llantos sin glorias que regaron mis noches sin dormir, y mis mañanas de melancolía. Cuantos soles vi salir desde el balcón gris de mi ventana, ni cuantas madrugadas desperece los sueños de mí almohada sacudiendo telarañas de amores tibios sin esperanzas. Cuantos atardeceres vieron las sombras caer, rendidas de tanta lucha innecesaria, cuantas tardes se fueron amargas entre despedidas y gargantas apretadas. Nadie va a decirte cuantos zapatos sacudí en la entrada para dejar atrás las pisadas gastadas y cuantas veces colgué paraguas llorosos en el portal de la venganza. Cuantas primaveras vi teñidas de antojos mirados a lo lejos ojos del pasado, cuantos otoños vi llorar sus hojas, decrépitas, en las veredas ignoradas por transeúntes apurados. Ninguno podrá decirte que besó mis labios dormidos, mis manos recias y mi cuello cansado, ninguno caminó mis pasos doloridos en los amaneceres, ninguno guió mi despertar sereno, mi calma inaudita, mi dulce canción de domingo, ninguno curó mis heridas ni descifró mi suspiros, ni los pájaros en sus nidos, ni los ancianos de las plazas ni la monjas de la liturgia. Nadie podrá decirte donde van mis segundos guardados donde sueñan mis ojos perlados, donde despiertan mis pasiones...vivir se lleva consigo lo que queda en este cuero cansado, el espacio que me habitas, la ausencia de tus dulces manos, el frenesí de la locura inquieta...