Como un destello

¿Que tiene la madrugada que me hace pensarte tanto?


Es increíble cómo una persona puede perder todo en segundos,
y es que así lo recuerdo y¿ como no hacerlo?

Yo en el jardín descalza,
tú encendiendo una fogata,
escuchando trova en la naciente madrugada;
y un libro abierto en la hamaca;
sentí sobre mí tu mirada. Yo la tuya esquivaba,
aún tengo miedo a perderme en esos profundos ojos.

El viento comenzaba y mientras soplaba susurraba,
tal vez era la última vez que te sentía en mis palmas,
todo se tornó en un destello efímero y vano.
Con días infinitos e insignificantes.
Pues así fue nuestra Despedida:
con un tan solo “¡ya no te quiero!”

Tiempo después te vi,
las mariposas y el sentimiento se desvanecían de a poco,
puedo jurar que eras el único culpable;
solo había rencor y ganas de abrazarte, hasta que formaras parte de mí,
decirte cuanto te necesito, aunque tú tal vez ya no a mí.

Cuanto te quise, cuanto te quiero, y cuanto lo seguiré haciendo;
gritar y hacerlo fuerte desde mis entrañas,
tal vez eso sea mutuo, tal vez ya no, ¿quién sabe?

He llegado a la conclusión de que eres mi tempestad;
quien llego un ratito y al hacerlo descontrolo, mi norte.
Fuiste lo más efímero, pero lo más real.
Provocaste en mí una galaxia de sentimiento.
¿Quién diría que en un par de ojos cafés encontraría tanto abrigo?

Podría hablar de ti, tus ojos, tus cejas.
La forma en que me enamoraste, desilusionaste,
la forma con la ahora me matas,
a poca prisa y mucho veneno.
Nada importaría si tomas de mi mano y yo de la tuya,
pero si no lo hacemos, ¿qué pasa?
te soy sincera aquello no quiero ni imaginarlo.

Estoy tan segada a ti,
sé que las cosas pueden mejorar, y que volverás.
Somos de donde lloramos y por ello volvemos,
podría jurar que volvería a ti infinitas veces,
ojalá seria yo el motivo de tu llanto.

¿Qué tiene la madrugada que me hace pensarte tanto?
Tal vez asemejo tu brillo con estrellas.
Desde que estoy sin ti la noche es larga;
Jurabas pasar conmigo infinitas vidas
En donde estoy,
aún mejor ¿en dónde estás?
en realidad no importa en donde estemos,
ya no estamos juntos.

No creía en el amor;
pero pasaste por esa puerta, y sentí desmoronarme.
Sinceramente debería odiarte, has causado en mí este caos,
pero te agradezco:
Por darme la oportunidad de creer en algo,
darme vida y hacer doler mi corazón de tanto latir,
hay pocas cosa que a uno le hacen sentir así,
tú además de ser una de ella eras la principal.
Cada adiós tiene su olvido,
y este es el mío.


                     CIGT
También te puede interesar:" Recuerdos "

Entradas más populares de este blog

Escondido y lejos - Mario Benedetti

Escondido y lejos - Mario Benedetti

Cotidiana I - Mario Benedetti

De carne y hueso - Edgar Oceransky

La misma pócima - Mario Benedetti

Desamor

Hilo rojo