Albur



Erudito es el viento, que sin saber lo sabe,
La sombra inminente, silencio es el hastio,
Coronel, de mil batallas perdidas
Sombra bajo la sombra de un titan erguido
Inclemente llama, que al cabo es derrota,
Inexorable asentó, perturba mi quietud.

Rígidas montañas, un letargo intenso,
La cúspide del mundo, el fin de mi sosiego
Mire mi rostro al verte, soñé lo imprescindible,
De noche somos sombras, de día nunca más,
Talante e intensa hora, instante de un augurio
A tientas lleva mi alma, al brazo los despojos.

La noche se hace intensa, celosa e ineludible
Las horas son fatales, los rostros son el karma,
Miradas retumbantes, delirio llevo a cuestas,
Las diez con treinta y ocho, abrupta la ilusión
Antífonas del llanto, efluvio del deseo
Las noches son doncellas, los días ya no sé...


Roberto D. Blandón

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