He bebido un gran sueño de muerte
He bebido un gran sueño de muerte
He bebido un gran sorbo de muerte. El sol me ciega. Siento el
odio del universo entero en mi carne.
(¡Al fin, bajo mis pies la cima!)
He aquí la tiniebla: la luz huye ante mí como la sombra huye
ante la luz.
He aquí mi reino. Mi maldición estalla como la muerta piel de
los atardeceres.
El mundo. La naturaleza. La anarquía de las formas me ha
penetrado.
Navego a solas sobre el espejo negro de mi Estigia. Una
siniestra felicidad gime.
Quiero huir. Huyo. Mi noche está colmada de recodos ardientes.
El hambre de mujer me incendia.
Reconozco mi reino. La soledad, el vacío. Existir es morir
un largo instante.
Ni un vestigio de paz. Ni un resplandor en las tinieblas. He
llegado.
Debo seguir andando, pese a todo. Silencio. Mis pies derivan
entre tumbas ignotas.
Ríos oscuros corroen el laberinto donde giro.
Inescrutables nombres. La infinitud de la muerte me oprime
como una marea inmensa.
He aquí mi reino. El sexo, la embriaguez, la demencia me han
abandonado. Dios selló sus palabras.
Resbalo hacia la eternidad, ardiendo en lucidez horrible.
Barbalace, Raúl.
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